22/2/07



Me meo. Y esta necesidad apremiante me devuelve bruscamente a mí misma. El hall es muy grande, las paredes pobladas de espejos me enseñan un rostro cansado y ojeroso. La cara de un día de trabajo. Pero ¿dónde estarán los servicios? ¿Habrá horarios el paraíso? ¿Y normas de conducta?
No lo sé, busco pero no encuentro ninguna pista. Al menos, me digo, por fin estoy aquí, lo he logrado y, francamente, el paraíso no está tan mal.

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