3/2/07

ULTRAVOX

"Escribo para que la muerte no tenga la última palabra."

El Blanco Platini te alquila un hueco en el paraíso por tres billetes. Mientras permanezco ahí abro los ojos a una imagen que me obsesiona: una avioneta -de la que escucho el motor- sobrevuela una iglesia en ruinas con una columnata junto a la que hay plantadas dos palmeras espigadas y silvestres. Si las enmarco, dejando fuera los posos del paisaje, lo que no me interesa, parece una lámina de un oriente próximo, africano. Ni siquiera falta el ferrocarril renqueante y oxidado.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

El cobijo suele durar toda la noche, aunque en otras ocasiones te desaloja rápido. Inesperadamente. Para salir de lo artificial no hay preámbulos, sucede sin preliminares, sin salas de espera o tránsitos de descompresión.

Anónimo dijo...

Y cuando regreso corroboro que mientras estuve fuera la realidad no mintió, siguió su curso, sin mí, y contra él me estrello recibiendo el absurdo de mi alrededor plagado de conversaciones y rostros a los que no asisto.

Anónimo dijo...

Me meo. Y esta necesidad apremiante me devueve bruscamente a mí misma. El hall es muy grande, las paredes pobladas de espejos me devuelven un rostro cansado y ojeroso. La cara de un día de trabajo. Pero ¿dónde están los servivicios? ¿Habrá horarios en el paraíso? ¿Y normas de conducta?
No lo sé, busco pero no encuentro ninguna pista. Al menos, me digo que estoy por fí aquí, que lo he logrado, y, francamente, el paraíso no está tan mal.

Anónimo dijo...

Corrección a Iseut Blancafort:
Memeo. Y esta necesidad apremiante me devuelve bruscamente a mí misma. El hall es muy grande, las paredes pobladas de espejos me enseñan un rostro cansado y ojeroso. La cara de un día de trabajo. Pero ¿dónde estarán los servicios? ¿Habrá horarios? ¿Y normas de conducta?
No lo sé, busco pero no encuentro ninguna pista. Al menos, me digo, por fín estoy aquí, lo he logrado y, francamente, el paraíso no está tan mal.

Anónimo dijo...

Pero es breve. Son instantes luminosos pero como marco paladeo la derrota, el abandono y el hastío.

Anónimo dijo...

En resumen: me llamo Inger Blumenstal y tengo la insólita sensación de haber muerto.

Anónimo dijo...

En la playa varias personas me salpicaron de arena sin mediar la menor disculpa.
Este incidente fue sólo el primero.
En el hotel dejaron de arreglarme la habitación y acumularon en mi cuarto toda suerte de artilugios inservibles:una bicicleta de una sola rueda, muy lejos de cualquier circo, un caballito de madera despintado, caleidoscopios con el cristal roto: cosas de otra época que mostraban retornos imposibles como el mío.

Anónimo dijo...

Nunca imaginés que el paraíso fuese un hotel cutre a la orilla del mar. La piel se me pega en los bancos tapizados de escay rojo a modo de sofá-chaise longue. Cuando me incorporo siento cómo se va despegando lentamente la superficie de mi pierna. Es una sensación dolorosa casi como de depilación, pero me repito una vez más he llegado al paraíso. ¿Qué me deparará?

Anónimo dijo...

No renuncio al rímel. A la sombra de aves tropicales entre mis ojos ni a las medias que miden su longitud en las costuras. Cruzo las piernas y repaso el hall. La costa brava en invierno.

Anónimo dijo...

Un olor suave a disolvente, hace que busque a mi alrededor de
donde proviene. Lo reconozco al instante, sus largos bigotes, la figura
esbelta y sobretodo la mirada espantada acentuando su cara afilada, me
dejan anulada.

Ninguna capacidad de reacción por mi parte, intento pronunciarme pero
de mi solo sale un gemido semejante a un estertor. Mi angustia comienza
a ascender, temo perder el momento , que la realidad irrumpa esta
visión. Tras un esfuerzo máximo mi voz aparece mínima desde su boca.

"En ésta ventana, con el mar Mediterráneo al fondo voy a pintarte..., no
te vayas aún, necesito que apoyes tu cuerpo ligeramente con los brazos
cruzados en la base de la ventana, También deberías recoger tu pelo en
la nuca y mirar hacia el la línea divisoria, como si esperaras que
apareciera alguien..."

El acento catalán es inconfundible. El énfasis que pone en su discurso,
hace que me asome a desde la ventana para contemplar las casitas de Portlligat
bajo una luz Mediterránea aún da.

En este momento creo tener un "dejá vu".
Dalí pinta el resto del cuadro.

Anónimo dijo...

Unos ojos azules, claros y transparentes, semiabiertos por la luminosidad del día, observan perezosamente los movimientos y brillos del agua.El aire le acerca el olor a sal y la humedad recorre la piel, los cabellos y el vestido de lino, ajustado al cuerpo. El mundo le espera más allá del horizonte pero ella no está segura de querer alcanzarlo.

arnau